Cuando el afecto no es natural, el abrazo, el cariño, la preocupación no son naturales es que hay un gran problema en el fondo. Como un quiste de grasa incrustado durante años, que por más que aprietes se niega a salir.
Cuando entre sufrimiento y chantaje solo existen las ganas de abofetear, es que ya no hay remedio.
Nadie es responsable de no quererse más allá de lo que exige la sangre y el pacto social.
Cuando no hay, es que no hubo ni habrá.
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