El excremento sale del cuerpo, desaparece en la cloaca y enriquece los huertos y los campos. Pero hay señores bien vestidos tan llenos hasta la garganta de otra especie de estiércol, que el hedor sale junto con las palabras de las bocas en vano enjuagadas y vueltas a enjuagar. Y esas heces no caen por los retretes bajo tierra, sino que ensucian la vida de todos, emponzoñan el aire, manchan a los inocentes. De esos hombres excrementicios hemos de estar lejos aunque se laven dos veces al día: las jabonaduras de la piel no bastan si el corazón exhala pensamientos pestíferos. El vaciador de letrinas, si no piensa en el mal, es, sin comparación, más limpio que el rico, que, mientras chapotea en el agua olorosa de su baño de mármol, medita alguna nueva fornicación o prepotencia.
Historia de Cristo de Giovanni Papini.
Que grande Antonio, bellísimo todo tu blog, hacía tiempo que no me pasaba por aquí.
ResponderEliminarPor cierto, acabo de ver "La piel que habito"...
Un beso Antonio. También ví ayer la peli...,Inquietante
ResponderEliminarYo ahora mismo voy a verla... Estoy inquieto porque tengo muchas ganas. A ver, a ver...
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