'¿Qué es más bello, amor mío? ¿El amor perdido o el hallado? No te rías de mí, amor mío. Lo sé, soy torpe e ingenuo en lo que se refiere al amor, y hago preguntas sacadas de una canción pop. Esta duda me supera y me hace flaquear, amor mío. ¿Encontrar o perder? A mi alrededor la gente no deja de suspirar. ¿Lo han perdido o lo ha encontrado? No puedo decirlo. Un huérfano no puede saberlo. Porque le falta el primer amor, el amor por sus padres. De ahí viene su torpeza, su ingenuidad. Me dijiste, en aquella desértica playa de California: "Puedes tocarme las piernas". Pero no lo hice. Eso, amor mío, es amor perdido. Por eso nunca he dejado de preguntarme, desde ese día ¿dónde habrás estado? ¿Y dónde estarás ahora? Y tú, brillo incandescente de mi juventud malgastada, ¿lo has perdido o lo has encontrado? No lo sé. Y nunca lo sabré. Ni siquiera recuerdo tu nombre, amor mío. Y no tengo la respuesta. Pero me gusta imaginármela así. Al final, amor mío, no tenemos elección. Tenemos que encontrarlo.'
The young Pope. Paolo Sorrentino.
Me gustaría no recordar ningún nombre, ninguna fecha, ninguna situación... Y ser ingenuo de nuevo en lo que se refiere al amor.
Estar gastado en el amor, resabiado en el amor, experimentado en el amor, esa es la mayor putada que te puede pasar, porque ya no lo vas a dejar atravesarte nunca más.
Ya pasas la vida esquivando al amor, protegiéndote, sin lucha, sin guerra... Y sin guerra no hay amor.
El cuerpo en guerra, aquello era amor.
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